Hijopt. I, Hijopt. II.
Al cabo de cierto tiempo, estaba yo esperando con mi coche, a que una señora saliera de la plaza de un aparcamiento del Hipercor, para ocupar yo la plaza libre y aparece un Golf GTI negro a toda velocidad y se me mete en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocarle el claxon y a gritar: -Te has equivocado, gilip. , me respondió y acto seguido colgó.
Hace ya unos años, me sucedió algo curioso, yo tenía que llamar por teléfono a una compañera, y descolgué el auricular, marcando el número de memoria. Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
-¿Qué quiere?.
-Soy Olga Martínez, ¿podría hablar con Gema Espárrago? dije amablemente.
Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañera y comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Enojada, decidí volver a llamar al tipo desagradable. Cuando cogió el teléfono le dije:
¡Eres un hijopt!. y colgué rápidamente. Seguidamente apunté en mi agenda su teléfono, con la palabra de identificación “hijopt.”.
¡Eres un hijopt!. y colgué rápidamente. Seguidamente apunté en mi agenda su teléfono, con la palabra de identificación “hijopt.”.
Cada vez que estaba cabreada, por cosas que me pasaban, volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía: -¡Eres un hijopt!, y Eso me servía como terapia y me hacía sentirme mucho más relajada; pero al llegar el momento, en que Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, tuve que dejar de llamar al “hijoputa” y esto me volvió a deprimi. Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:
-Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica, para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas.
-No lo conozco, ni me interesa, gilipoll. -me dijo el tío de forma grosera, y me colgó el teléfono.
-¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!".
El tipo del Golf se bajó, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial, ignorándome, como si no hubiera pasado ni oído nada. Yo me quedé completamente frustrada,enojada y pensé:
Este tío es otro hijopt. El mundo está lleno de ellos. Enojada, me bajé del coche y merodeé alrededor del suyo, ya aparcado, observando una gran pegatina, en el cristal de atrás del Golf., donde aparecía el letrero: Se vende y el teléfono. Me dio tanta rabia lo que me hizo, que apunté su teléfono. Pude aparcar, hacer mis compras y volver a casa. Cogí mi agenda y apunté su teléfono al lado del otro, poniéndoles hijoput. I e hijopt. II.
Inmediatamente llamé al hijopt II y le dije:
-Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?
-Sí, yo mismo-
-¿Podría decirme donde puedo ver el coche?
-Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche esta aparcado justo enfrente de la casa -¿Cómo se llama usted?
-Enrique Juárez.
-¿Puedo decirle algo, Enrique?
-Si, claro
– Pues nada, que usted es otro hijo de la gran puta… (y colgué)
Ahora tenía "dos hijoputas" para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando a uno y a otro, en todos mis momentos bajos; pero claro tampoco quería estar así eternamente y pensé que tenía que terminar, dándoles un escarmiento.
Primero volví a llamar al hijopt. I:
-Dígame
-Hola hijopt. (-pero esta vez yo no colgué).
-¿Estás ahí todavía, verdad cabrón?
-Si, gilipoll., y deja ya de llamarme… o ...-Si supiera quién eres te rompía la cara -me dijo.
Pues sí, soy tu gilip. pero tú sigues siendo el “hijopt.” y si tienes eso…, sepas que mi marido te quiere romper las narices a hst.… vivo en la calle Don Ramón de la Cruz , esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, ¡so hijopt.!
-Pues mira, es buena idea, gilip. cabrona, ahora mismo voy a partirte las costillas, ¡so cabrona!. ¡¡¡Que te tengo unas ganas…!!!
-Pues ya puedes venir rezando todo lo que sepas, que mi marido te va a majar a ostias.
Inmediatamente llamé al hijoput. II:
-Dígame
Pues sí, te lo digo: -Tú eres otro hijoput.: ¡¡¡hi-jo-pu-ta!!!. ¿Te has enterado…?
¡-Pero si será cabrona!, Me cagüen la… ¡ya sabes mi dirección!, -Si tienes coj. ¿por qué no vienes a buscarme?.
-Buena idea, porque mi marido tiene unas ganas locas de chafarte los huesos, hijop. -Allá vamos…
Al día siguiente compré el periódico diario, para ver la sección de sucesos, y aunque no salía nada, tengo la certeza, por testimonios, de que en la calle hubo una pelea descomunal…
En fin, después de esto, espero que cuando yo llame por teléfono a alguien, me contesten con amabilidad. Ya sabeis, cómo me las gasto…
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