TERCERA PARTE DE ESCENAS DE HUMOR

     ESCENAS DE HUMOR

Pedida de nalgas. 

 Un muchacho, tocó a la puerta de la casa de su novia. Por casualidad, le tocó abrir, al padre de la muchacha:

  -¿Que desea joven?

   -Pues, verá, vengo a hablar con usted.

   -Bueno, pues, pasa muchacho, vamos a la sala y ahí me cuentas de qué quieres hablar conmigo.

   -¿Y bien?

   El joven, con toda decisión, respondió:

   -Mire usted, vengo a comunicarle, que a su hija y a mí, nos gustaría compartir nuestras vidas y que queremos casarnos.

   El señor sonrió. -Pues está muy bien eso de que os caseis, pero cuénteme, muchacho, ¿qué tal, ya cuentas  con un salario digno para vivir… sustentar a mi hija, a los hijos que vengan y tal?

   El joven, con todo el aplomo de mundo,  contesta:

   -Mire, aunque soy auxiliar de enfermería titulado, todavía no ejerzo, pero trabajo en un negocio, aunque gano poco. Sin embargo, su hija ya me ha dicho lo que ganan su distinguida esposa y usted. Confío en tener una pequeña ayuda de ustedes, para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el alquiler del supermercado.                                             Un poco sorprendido por la respuesta, hace otra pregunta:

   -Bueno, ¿y piensais comprar un apartamento o  casa? ¿O preferís más bien a renta?

   El joven, con mirada inocente, contesta:

   -Si antes le pedí una pequeña ayuda, para poder ir viviendo, habíamos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir bastante bien dos matrimonios, pues, que no nos sería necesario comprar o alquilar apartamento o casa. Nos gustaría vivir con ustedes, -digo yo.

   El señor, nuevamente desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el interrogatorio:

   -Oye, y ¿tienes automóvil?

   El joven, sonriendo con inocencia, responde:

   -Mire, no tengo coche, pero había pensado, que como usted tiene coche, es ya algo mayor y lo usa poco, pues, para qué vamos comprar uno más, lo podríamos usar los dos y así, no nos gastamos comprando otro...

   En ese instante, entró en la sala la madre de la novia, quien, mirando primero al joven, a quien todavía no conocía, y luego a su esposo, preguntó cordialmente:

   ¿Se puede saber de qué hablais?

   El esposo respondió:

   -Si querida mía, ¡me alegro qué que llegas ahora, porque quiero presentarte al señor Gallina,  futuro marido de nuestra hija.

   El joven, un poco desconcertado y molesto, dice:

   -Oiga, qué no me llamo señor Gallina, -que me llamo Facundo Rodríguez... sabe?

   A lo que el presunto suegro le reafirmó:

   Y bueno, grandísimo infeliz, ¿cómo demonios quieres que te llame, si hasta ahora lo único que vas a poner, son los huevos…? 

 ¿Borracho yo…?. 

  Ambrosio es un cuarentón, soltero, bruto…, pero noble, sincero y buena persona. Vive en un pueblo de unos 950 habitantes. Es muy popular entre sus vecinos y muy querido. No tiene enemigos; eso sí, le gusta demasiado el vino, las mujeres… y “de cuando en cuando”, las coge…, se pone bruto y emergen sus dotes “al descubierto”.

   Es sábado; Ambrosio en la taberna, ha iniciado “el precalentamiento”:
 -May confesau, may comulgau, mechau paja al ganau y yai acabau…

   Estoy ¡de puta madre!.

¡Eeeh!, otra ronda, pa nosotros y pa tol público, que yo pago todo…

  
 -Venga Ambrosio, ya vale pa hoy…

  
 -Mecagüen  la leche, a mí no me manda, ni el alcalde…

-Estoy tomando antibiáaticos y esto esss mi jarabe, ¡cooño!.

   -No me quiero ir de este lugar y si quiero, me lo cooompro…

 -¡Tengo un peeedo como un geeneral…!

   -Oye mira, tengo el coche en la puerta, si quieres, te llevo a tu barrio.

   
 -La ossstia, eres un tío ¡de puta maaadre!, antes me caíasss mal, pero ahora eresss cojonudo… Espéeerate…vamosss a sentarnos con esas “chachisss” de la messa… -¡ji ji ji ji ji…! ¿-Sabesss hacer el puuulpo…?

 

   -Que no, Ambrosio, que ya vale, venga…

-¡La vida es una mieeerda...! Saluz,  poz  la  amiztáaa… Pázameee  eza copa…  -¡Guaaaaa!

adiba, abajo, ad ceeentro y paaazdentroo…¡Buaaaaaaa, son mis gorrrrr-gooritossss….!

  

   La real Academia de la lengua,  

 Vete al carajo”. La palabra “Carajo”, ha llegado a tener muchos significados y puede ser utilizada en muchas expresiones.

   Carajo es otra de las palabras, posiblemente más usadas de nuestra lengua, aunque los académicos no se han puesto de acuerdo para definirl

   ¿Pero qué es el carajo?

El carajo sirve para lo que uno quiera, por eso decimos:  

"Ese tipo está del Carajo”  "Esto está más bueno que el Carajo".  Pero igualmente si se trata de algo que no nos agrade, podríamos decir: “Está más malo que el Carajo”.

   Si queremos acentuar la mediocridad de alguien, muchas veces decimos: “Es más bruto que el Carajo”; pero a la vez podemos acentuar por ejemplo, nuestra admiración por una dama y decir:    “Está más buena que el Carajo”.

   Si llegamos a una reunión y encontramos buen ambiente, expresamos: “Carajo, qué bien se está aquí” y si por el contrario no nos divertimos, entonces lanzamos un: “Esto está más aburrido que el Carajo”.

   Y así, podríamos seguramente llenar varias páginas, escribiendo una y otra expresión, con la palabrita “Carajo”; pero podría dar lugar a que alguien se aburriese y dijera: “¿Qué carajo es esto?”.

  ¡Cuidadín con las preguntas… 

 

El primer día de clase, el profesor me pregunta: ¿Eres zurdo?. Pero bueno, –¿Usted cree, que si yo no fuese zurdo,  iba a escribir con la izquierda…?

   Estoy en el cine y una amiga me saluda: ¡-Eih!, ¿cómo estás?, ¿que haces aquí? –Joer, pues ya ve ella que ”estoy sentado y que en el cine, se ven películas… digo yo…

   Pero la que más me irrita es, cuando has estado fuera y nuevamente llegas a donde están tus conocidos, y te dicen la famosa frase lapidaria. “¿Ya has venido?”-Se me ocurre decirles: “no, me he ido otra vez…, no te jod... ¡como si no mevieran...!

  

 Por eso, lo mejor, antes de hacer una pregunta así, piénsatelo dos veces y quédate calladito, que es como mejor estás... No te digo...

 Sexi

En un autobús repleto de gente, sube un hombre con cara de sinvergüenzón, se coloca al lado de una mujer guapísima y descaradamente le pone la mano sobre el pecho.

- Oiga, por favor, ponga usted la mano en otro sitio. -le dice la mujer.
 

Y le contesta el hombre: ¿En otro sitio? -No me provoooque… no me provoque.